Desde La Celda Acolchada presentamos un interesante proyecto llamadoTu última
noche en la Tierra. Se trata de una serie de relatos al más puro estilo de las
historias de Creepshow o Historias de la cripta, entre otras
producciones, y por tanto de los cómics pulp. Juan Carlos Cervera se encarga de escribir un relato por cada
entrega, y Nacho Fito Parreño de realizar
unas estupendas ilustraciones que invitan a leer con un solo vistazo.
La Celda Acolchada
Tu Blog sobre Terror y Misterio.
21 de diciembre de 2016
24 de octubre de 2016
Queca
En el preciso momento en que Woody decía «Los juguetes podemos verlo
todo», Queca supo cómo hacerlo. No tenía nada que ver con la película. Ni con
lo que sucedía en esa escena. Pero la idea surgió. Así sin más. Como una
palomita al calentarse el maíz. Incluso creyó escuchar en su oído de felpa
—felpa, cómo odiaba esa palabra— el «Pop» característico.
Nayara estaba sentada a su lado. En el sofá del
salón. Nayara era su nueva dueña. Bueno, nueva y primera. La película de Toy Story y ella fueron dos de sus
regalos de cumpleaños. Sus padres, cinéfilos empedernidos, pensaron que el
mejor regalo para una niña de tres años era una película, una película que más
bien es de terror. Pero a la niña no parecía importarle; en una semana, era la
séptima vez que la veía, o que contemplaba la pantalla mientras pasaban las
imágenes. A esa edad no se ven películas en su amplio significado.
9 de octubre de 2016
Gina
Marzo de 1987
Era de madrugada, y en la novena y última
planta del psiquiátrico Clarkson, destinada a los pacientes más peligrosos,
acababa de ser ingresada una mujer llamada Meredith. Se encontraba allí a
consecuencia de un doble asesinato que había cometido horas antes.
Por lo general, y siguiendo la rutina
habitual, tendría que encontrarse en un calabozo a la espera de un juicio
rápido. Pero ciertos rasgos en la conducta de Meredith habían hecho más que
prudente su ingreso preventivo en el Clarkson. De ahí que la policía la llevara
directamente al psiquiátrico, donde estaría internada hasta que un juez
decidiera su destino.
Triplet Fragance
- ¿Diga?
- ¿Ronnie Bell?
- Si, yo mismo.
- Le llamamos del canal cuatro, estamos interesados...
- Yo no, gracias.
- Espere, no cuelgue por favor...
Felisa
Todos, entre esas cuatro paredes, sabían que ese lugar era de mi dominio. Todos, sin excepción.
Mi nombre es Felisa y tengo 63 años. A pesar del paso del tiempo, conservo el mismo aspecto pueril y nostálgico de otras infancias vividas. Solo algunos remiendos han bastado para mantenerme embalsamada en el pasado.
Desde que llegué a este hogar de acogida supe que era la favorita de María, mi nueva hermana pequeña. Y, aunque los miembros de nuestro hogar eran numerosos, tanto como variopintos —material, género y especie—, ambas teníamos un vínculo muy especial; el que une los hilos familiares. Llegué allí por herencia, de abuelas a madres y de madres a hijas. Tenía todo el terreno ganado de antemano. Mis ricitos anaranjados lograrían el resto. María me adoró desde el momento en el que su madre me legó como un tesoro digno de admirar y conservar.
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